Domingo 10 de Noviembre de 2007,2:59 a.m.
Heme aquí, escribiéndote nuevamente a tí, que tantas veces te he negado.
Desde que te ví la última vez, se han removido en mí sentimientos que creía se habian consumido sin más alimento que los mantuviera vivos. Ha sido un proceso desgastante, se me venian muchas ideas a la cabeza y mis dedos precisaban escribirte algunas líneas pero el miedo a "decir lo mismo", a volver a vivirte, hacia que me negara a unir versos. Me ausenté, como otras veces, de mis rincones favoritos, me abstraje de mí misma intentando evitar el daño que me provoco admitiendo tu presencia. Pero ahora quiero sincerarme, quiero hablarte sin cargos de conciencia, sin consideraciones, sin màscaras; sin tiempos y sin rimas.
Han sido ya cuatro años desde que tengo atorados en al garganta muchos "te amo" que no pude decirte, que me guardé porque decirlos, sería como proclamar mi propia estupidez. Ahora no sé si el sentimiento es el mismo, pero te amé. Te amé con locura y sí, fue una estupidez que aunque disfruté, fue mas el daño que me causó. Tal vez, si pudiera regresar el tiempo volvería a vivirlo, volvería a darte entrada a mi mundo... no lo sé. Pero te amé, lo sé de cierto y te lo digo en toda la extensión de la palabra aunque tú lo supieras aún antes que yo misma. Y siempre desee que todo /aquello que no se puede/ cambiara. Y que cambiara yo y que de la noche a la mañana dejaras de dolerme, de importarme.. pero nunca lo conseguí.
Fuiste mi maestro, mi guía. Me enseñaste a andar por caminos de soledad, de secretos, de dolor. Fuí caminado a oscuras, confiada, tomada de tu mano hasta el abismo y cuando por fin pude abrir los ojos, ya estaba en el fondo, acostumbrada a la ausencia de luz. ¿ Es así como debe ser el amor?
No sé que te une a mi, pero sé cuanto trabajo me ha costado no recordarte cada minuto de mi vida, ver tu rosro en otros hombres ó buscar tu aroma en otros brazos, abatida después por la desilución de no econtrarte. Me has dolido hasta el alma.
Cada vez que voy saliendo de este hundimiento espiritual, llegas a mí, como sincronizado con mis pensamientos. Y vuelven a mi las lágrimas, la ausencia, el enojo... y las ganas locas de tenerte. De que seas mío /por convicción/ y de nadie mas. Y tú, sin importar en donde estés o con quien, regresas, intermitente... eterno aveces. Me has dicho que has encontrado el verdadero amor en otras mujeres pero ¡nunca te has alejado de mi lado para estar con ellas!
¿Qué nos queda mas allá de esta enfermiza dependencia a nuestras sobras, a nuestros defectos, a lo que no podemos mostrar cuando ojos extraños nos miran? El secreto, la intriga, la traición, van carcomiendo nuestras entrañas y nos nublan el pensamiento, ¿ Qué buscamos si nunca hemos encontrado nada?
A mí, no me quedan fuerzas para seguir sosteniendo tu mano ¿ lo ves? Sé que lo he dicho antes muchas veces, pero entoces, tenía aún en mi corazón amor para darte. Ahora no tengo nada, todo te lo has llevado. El temor que más me daba al escribirte esta carta, era el de entregarte mi alma, que es lo único que me queda, mancillada, acongojada... pero aún mía.
Nunca consideré realmente necesario dejar de verte, dejar de contar contigo, de ir presta en tu auxilio cuando me necesitaras "como amiga". Es necesario sin embargo, cortar todo lazo de unión en nuestro camino. Llévate mis ilusiones, mis sueños. Aduéñate de nuestros recuerdos. Llévate lo que quieras, pero no vuelvas. ya no hay nada que darnos, nos hemos vaciado. Es tiempo de crecer, de madurar... de tumbar paredes, recoger escombros, preparar la tierra y volver a comenzar.
No...
No nos digamos adiós, que la despedida se nos volvió eterna. Cierra los ojos, respira profundo, da media vuelta y sin mirar atrás, empieza a andar...
Winter