Lo que no sé...

Quisiera drenar mis sentimientos con lágrimas,
quisiera gritar de rabia, de dolor.
Quisiera apagar esta llama que me quema y me lastima
pero ¡mira!, ¡con cuanta serenidad mi alma reposa!.
No puedo encontrar mi lugar.
Me siento frágil, como cristal en manos de un niño
pero al mismo tiempo fuerte, invencible.
Mi corazón acostumbrado al dolor
ha mandado a algún rincón imperceptible
esta maraña de sensaciones encontradas.
¿Por qué sonrío?
Porque la vida sigue,
por el cariño de mi gente;
porque veo que he aprendido muy bien toda la teoría
que reconforta en momentos como éste.
Porque quiero tener certeza aunque dude,
pero me sobra la esperanza.
Lo sé, sonrío.
¡¡ Y no puedo llorar más!!!
¿Quién le dijo a mis ojos: “Séquense!,
que ninguna lágrima indiscreta se asome
Por sus ventanas de sueños rotos”?
¿Quién le ordenó a mi voz: “Silencio!
Que las rabietas y los dramas se pierdan en el infinito
Y se opaque el eco de tus quejas?
¿Quién le ordenó a mis pensamientos: “No cuestionen!
Prohibido recrear imágenes ó formular preguntas
filosas de las que se clavan en las sienes
hasta hacer explotar la cabeza”?
¡¿Quién ha sido! ¿Has sido Tú?
Mira Dios que no estoy de juegos,
que no puedo escuchar tu voz con claridad…
Pero te siento… te siento en la ausencia.
Te encuentro en el abrazo cariñoso.
En ese manifiesto interno que se repite en automático
Como disco de vinilo rayado: “Todo estará bien”.
Pero camino y no me encuentro,
Lloro sin lágrimas,
Grito en silencio,
Sonrío por todo lo bueno que aún me queda
Y me aferro a la esperanza.
¿Cuándo volveré a ser yo la que está en mi?


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Y a ti Padre,
Sólo puedo decirte de momento:
Te quiero mucho! ¡Gracias!
Estoy bien.



Winter, Dic 18/09