Habia una vez una niña que quería ser feliz. Por las noches observaba el cielo queriendo adivinar su destino e imaginando historias de amor en que ella sería la protagonista... una y otra.. hasta que encontrara por fin ese ser especial con quien querria pasar el resto de sus días y que la amaría por siempre. Una noche de cielo despejado en que podía apreciarse cada astro que adorna el firmamento, la niña decidió confiarle su anhelo a la luna que resplandecía nueva e imponente sobre el cielo de su ciudad. Un poco temerosa peor llena de emoción, dijo estas palabras:
Luna... tú que observas los ciclos de la vida, que vigilas mis sueños y me esperas por las tardes cada día... debes saber mi más grande anhelo, pues nadie como tú es testigo de mis penas y mis deseos. Quiero ser por siempre amada por un hombre a quien yo entregaré mi corazón entero.
La luna que observaba desde el cielo, no pudo contestar nada... tan sólo observaba como la niña iluminaba su rostro mientras relataba detalles como de un cuento, un cuento de hadas como los que le contaba su madre para que pudiera conciliar el sueño.
Sí... quizá conocería a varias personas antes de que llegara su príncipe, y quizá las amaría a cada una de ellas en forma diferente, pero cuando Don Príncipe llegara, no quedaría ningún hueco en su corazón para amar a nadie mas. Habría momentos de tristeza, de alegría, de locura... pero siempre con amor. Príncipe la amaría y ella lo amaría tambien... todo imperfectamente perfecto.
Este detalle de hablarle a la Luna se volvió todo un ritual para la niña que fué creciendo con el tiempo... Y luna como si fuera su madre, la escuchaba paciente y de cuando en cuando le brindaba paisajes hermosos que hacian crecer aún más la imaginación y enriquecían los relatos de la cuento-vida de Margot.
Margot... la niña se había vuelto ya una señorita y aún no conocía el amor más allá de los libros que leía o de las películas... los relatos a Luna se habian empezado a convertir en reclamos, en modestas peticiones de ayuda ... pero Luna seguía en silencio, y sólo esbozaba una tímida sonrisa de lástima...
Margot se convirtió en una joven bella, vigorosa, inteligente... pero seguía sin conocer el amor. Había algo en ella que impedía que los hombres se acercaran o la cortejaran... algunos chicos se acercaban tan sólo buscando placeres pasajeros, compañía grata o ayuda en algún aspecto que Margot podía ofrecerles... pero lo que nadie sabía, más que Luna, es que iba creciendo en ella una semilla de tristeza que le iba comiendo las entrañas a medida que crecía. Día con día, iba floreciendo un poco más.... una ramita de soledad, dos de melancolía... Margot luchaba por ocultar su mal, tenía amigos, padres, familia... y sonreía siempre para evitar las preguntas con respuestas que desconocía. Ella se habia esforzado por amar, por encotrar a su pareja, por hacer sus sueños realidad y nada había resultado.
Un día... Margot no pudo más con la agonía de ir siendo devorada por tristeza y con los ojos arrasados por lágrimas, enfrentó a la luna que brillaba, como aquella primera vez, nueva e imponente en un cielo despejado pero teñido de un color rojizo Octubre:
Luna, durante años te he contado todos mis secretos, eres la única conocedora de mis anhelos y verdaderos sentimientos, por qué no me hablas pues y me dices si acaso mi sueño ha de volverse cierto?? Por qué no me dices dónde se esconde aquél hombre que ha de ser quien envejesca conmigo?? dime Luna, por qué cuando te hablo sonries como diciendo "pobre niña, no tiene idea de lo que está hablando"... ? qué no notas mi agonia? acaso piensas que estoy a lágrimas jugando?
El rostro de Luna se volvió parco y con un dejo de tristeza contestó a Margot;
Sé que tu pesar es aún más hondo del que me estás demostrando, sé que has querido y que nunca has amado, sé que has creído encontrar al hombre de tus sueños pero a cada uno de ellos, le ha sido indifente tu vida y se ha alejado sin tener consideraciones, sé que te han herido, te han usado.. has creído amar.. pero no has amado. Esperaba no ser yo quien tuviera que decírtelo, pero han pasado los años y no has podido aceptarlo:
Margot, mi niña, tú no fuiste creada para ser amada. A tí el amor se te tiene vedado. Pasarán aún más personas por tu vida, pero ninguna se quedará por siempre a tu lado. Quizá llegues a amar, pero no encontrarás nunca alguien que te corresponda siquiera una mínima parte de que tí le hayas entregado.. No preguntes por qué, tan sólo debes aceptarlo. En este mundo hay personas que nacen con la bendición de encontrar un compañero/amante para su vida, otros simplemente no tendrán la necesidad de ser amados, ellos son felices sin enamorarse, son felices solos y tú... tú deberias ser igual que ellos, pero algo contiho ha fallado. Yo quise regalarte un corazón, pero a tu destino... a tu destino no pude cambiarlo.
Margot no podía contener el llanto, sentía que se asfixiaba, que tristeza por fin la había derrotado, pero en ese instante Luna derramó una lágrima que penetró los poros de Margot y llegó a su corazón...
Margot, dijo Luna, lo único que he podido hacer por tí es congelar el corazón que te había dado... jamás volverás a sentir ese fuego que te hacía pensar que estabas amando. En tu vida reinará siempre el invierno y tus sueños no podrás recordarlos.
Y Margot desde entonces lleva una lágrima de Luna en su corazón. Es una mujer que no ama, que tiene amigos, familia, conocidos y que sonrie siempre para evitar preguntas de las que no sabe la respuesta... con ese destino nació y con esa aceptación morirá... Y en las noches de luna llena, Margot observa por la ventana a quien quizo regalarle un corazón... y tan sólo la volvió desdichada.
Luna, luna ingrata... mira lo que le has hecho a Margot.
déjala dormir con el sol y no la despiertes...
no la despiertes y deja que el calor seque su llanto
la vida si amor no es vida
y el invierno...
el invierno del dolor no la ha salvado.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment